Cuando vamos al castillo, siguiendo por la antigua carretera de zaratan, pensamos al visualizar su figura al fondo ( Vaya, un rte de carretera)..., pero nada mas lejos de la realidad.
Nada mas llegar a la puerta, rodeada de vidrieras coloristas y alegres, sentimos un gozo especial, al recibirnos en su amplia entrada, sentimos como si estuvieramos en otra ciudad, y ya cuando pasamos al comedor, las sensaciones se multiplican, sentimos como un aura de importancia, de bienestar de no estar quizas a la altura, pero una vez olvidado este prejuicio y sentados en la mesa, sentimos una sensacion calida, de familia, de ambiente intimo.
Su decoracion es imponente, estilo victoriano mezclado con nuevas tendencias, todo bien iluminado en un espacio diafano que envuelve la sala, en verano quizas es mejor probar la terraza al aire libre en su precioso patio interior.
La amabilidad reina por doquier, un camarero siempre atento y pendiente del minimo detalle atiende nuestras peticiones, la cortesia y suavidad, unidas a su simpatia y buen hacer nos hace sentirnos muy seguros.
Una vez desplegamos la carta, ya sabemos lo que nos espera... sensaciones por doquier, unos entrantes espectaculares, como los carpaccios de marisco, la ensalada de perdiz escabechada, simple y llanamente increible, o un inmenso foie a la brasa con chutney de calabaza y yogur, algo que deja sin sentido.
Para continuar tenemos dos opciones, los carnivoros o los pescados, cualquiera de los dos merecen los calificativos de superiores, si empiezas por la carne y eliges el magret de pato, disponte a saborearlo hasta que se caiga la baba, y con un solomillo de buey, servido en una tabla de piedra, para cocinarlo a tu gusto, austero(sin mas, la carne) pero con una textura que denota la alta calidad del sitio. Entre los pescados cabe destacar el bacalao, preciso en su punto de coccion o la lubina, siendo un ejemplar para compartir y acompañada de unas verduras con una salsa en perfecto contraste.
Y no acaba ahí la cosa, los postres no llegan al nivel de los platos, pero no desenbtonan demasiado, un cremoso de bizcocho con helado de pistacho y vainilla, calamara tus ansias.
La bodega, bien preservada, tiene multiples anotaciones, sobre todo de la ribera, no innovan mucho en cuanto a vinos desconocidos, pero apuntan un par de referencias muy interesantes, aun asi, tienes gran variedad para elegir, si sabes, y si no muy amablemente te aconsejan.
El problema que yo no lo veo como tal, porque la satisfaccion fue superior, quizas sea el precio, pero realmente valora que este restaurante es de una calidad excelente
Decoracion.....9/10
Comida..........10/10
Servicio.........9/10
Bodega.........8/10
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